Entre semejanzas y diferencias: Explorando la compleja intersección de género en la sociedad contemporánea
En un mundo donde a menudo se resaltan las diferencias entre hombres y mujeres, es crucial explorar también las numerosas similitudes que comparten. Desde tiempos inmemoriales, se ha debatido sobre las naturalezas intrínsecas y los roles sociales asignados a cada género. Sin embargo, es esencial reconocer que, más allá de las aparentes discrepancias, hombres y mujeres comparten una multitud de características y experiencias comunes que definen su humanidad
Este ensayo se propone analizar si realmente
existen esas similitudes o si hombres y mujeres son dos mundos diferentes,
explorando cómo las influencias sociales, las relaciones interpersonales, la
búsqueda de independencia, el juicio, las vocaciones, las dinámicas familiares
y la empatía, entre otros aspectos, son experiencias compartidas por ambos géneros,
pero ¿estas mismas experiencias se viven igual? este ensayo se aventura a
desentrañar cómo las semejanzas y diferencias entre hombres y mujeres moldean
sus vidas y relaciones en la sociedad contemporánea.
Las influencias sociales
juegan un papel fundamental en la construcción de la identidad de género tanto
para hombres como para mujeres. Desde una edad temprana, se les enseña a
conformarse a ciertos estereotipos de género que dictan cómo deben comportarse,
qué intereses deben tener y cuál es su papel en la sociedad. Estas expectativas
sociales pueden influir en la forma en que hombres y mujeres interactúan entre
sí y perciben sus propias habilidades y roles en la sociedad (Venegas et al.,
2020).
A
través del proceso de socialización, se adscriben actitudes y roles sociales
diferenciados para hombres y mujeres en función de su sexo biológico. Estos
roles de género asignados culturalmente favorecen la inserción de las personas
como miembros de la sociedad, proporcionando un marco de referencia para
entender su papel en el mundo que les rodea.
Sin
embargo, este sistema también puede tener efectos negativos, ya que puede
generar rechazo y alienación cuando las personas no cumplen con las
expectativas de género establecidas. Los medios de comunicación y la
publicidad, por ejemplo, desempeñan un papel crucial en la promoción de modelos
corporales idealizados y extremadamente delgados, especialmente para las
mujeres (Martínez, 2021). Esta
representación distorsionada del cuerpo femenino no solo genera insatisfacción
corporal y preocupación por el peso, sino que también contribuye al malestar
psicológico al presionar a las mujeres para que se ajusten a estándares
irreales. Además, los mensajes verbales y el modelamiento de conducta por parte
de iguales y familiares refuerzan los roles de género y las expectativas sobre
el cuerpo deseado.
En
este sentido, el contexto social inmediato juega un papel crucial al alentar la
comparación entre pares y el desarrollo de un sentido de logro cuando el cuerpo
femenino se ajusta a los estándares socialmente aceptados. Por otro lado, las
normas sociales que gobiernan el comportamiento aceptado para hombres y mujeres
pueden tener efectos perjudiciales en aquellos que desafían estas normas. Las
personas que violan los roles de género establecidos son más propensas a
experimentar ansiedad, depresión y a ser estereotipadas por los demás, lo que
puede socavar su bienestar psicológico y su integración social (Martin, 2018).
En
cuanto a la búsqueda de independencia es una experiencia universal que
atraviesa las fronteras de género. Tanto hombres como mujeres anhelan autonomía
y libertad para tomar decisiones que afecten sus vidas. Sin embargo, el juicio
social puede afectar de manera desproporcionada a hombres y mujeres en sus
esfuerzos por lograr la independencia (Durán, 2022).
Las
expectativas de género pueden llevar a la crítica y al escrutinio público
cuando alguien desafía las normas tradicionales de género. En el contexto de la
independencia política, se destaca la igualdad de los hombres y mujeres y sus
derechos inalienables, como se expresa en la Declaración de Independencia de
los Estados Unidos, donde se afirma que los hombres y mujeres son creados
iguales y dotados por su Creador de ciertos derechos fundamentales.
Por
otro lado, en el discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres,
se aborda cómo las distinciones políticas generan diferencias civiles y cómo la
desigualdad se extiende entre las almas ambiciosas y viles, que buscan dominar
o ser dominadas según las circunstancias (González, 2010). En un contexto más
filosófico, se discute la independencia y autonomía del individuo, donde se
destaca la libertad e igualdad de todos como punto de partida para una ética
individualista que afirma la autonomía e independencia de cada individuo.
En
adicción, la elección de una carrera y las dinámicas familiares son áreas de la
vida en las que hombres y mujeres comparten similitudes significativas. Ambos
géneros pueden enfrentarse a expectativas culturales y sociales sobre qué tipos
de trabajos son apropiados para ellos, así como a desafíos en la gestión del
equilibrio entre el trabajo y la vida familiar. Además, las relaciones
familiares pueden ser una fuente de apoyo y también de conflicto,
independientemente del género.
En
cuanto a las semejanzas, tanto hombres como mujeres pueden tener aspiraciones
profesionales y vocacionales, buscando realización personal y profesional a
través de sus carreras y actividades laborales. Pero existe una gran desventaja
social al permitir que mujeres sigan algunas carreras profesionales por ser
para “hombres” por ejemplo, en nuestro contexto social, aún existen
estereotipos de carreras como la ingeniería para hombres y la enfermería para
mujeres, dejando muchas personas insatisfechas con su elección de carrera.
En
la dinámica familiar, existen diferencias notables en algunas áreas. Por
ejemplo, según una investigación, se encontraron diferencias en las
preferencias de hombres y mujeres al elegir pareja. Los hombres tienden a
preferir mujeres castas para relaciones a largo plazo, mientras que las mujeres
suelen buscar estabilidad económica en sus parejas, especialmente las de mayor
edad (Ordoñez, 2021).
Además,
existen diferencias biológicas y psicológicas entre hombres y mujeres que
pueden influir en sus roles familiares y vocacionales. Por ejemplo, las mujeres
suelen tener una mayor capacidad de expresión emocional y comunicación,
mientras que los hombres pueden mostrar una actitud más orientada a lo concreto
y objetivo (Regader, 2023).
Es
por ello que, aunque hombres y mujeres comparten la posibilidad de tener
vocaciones y aspiraciones profesionales existen limitaciones en la elección de
algunas carreras profesionales, y también existen diferencias en las
preferencias de pareja y en algunas características biológicas y psicológicas
que pueden influir en la dinámica familiar y en la elección de roles dentro de
la misma.
Por
otro lado, debemos tomar en cuenta sobre la capacidad de empatizar y formar
conexiones emocionales profundas es una característica humana fundamental que
trasciende las diferencias de género. Tanto hombres como mujeres son capaces de
sentir y comprender las emociones de los demás, así como de experimentar una
amplia gama de sentimientos y experiencias emocionales en sus propias vidas. A
pesar de estas similitudes, existen diferencias notables en la manera en que
hombres y mujeres experimentan y expresan emociones (Sáez, 2020).
Por
ejemplo, mientras que los estudios de Gottman y Baron-Cohen han concluido que
hombres y mujeres experimentan emociones de manera similar, difieren en la
forma de expresarlas. Las mujeres suelen ser más intuitivas y capaces de hacer
más cosas a la vez, gracias a las conexiones entre ambos hemisferios
cerebrales, lo que les otorga una mayor empatía y comprensión de las emociones
ajenas. Además, las mujeres tienden a ser más expresivas emocionalmente y
tienen una mayor habilidad en la comunicación emocional, recordando mejores
episodios cargados de emociones (Díez, 2017).
Por
otro lado, los hombres pueden expresar sus emociones de manera más indirecta, a
través de acciones, y su cerebro está estructurado para la comprensión y
construcción de sistemas, lo que no implica una incapacidad para entender
emociones ajenas, sino que requiere más esfuerzo consciente para hacerlo.
Es
crucial destacar la importancia de la educación emocional, especialmente en la
infancia, para desarrollar la inteligencia emocional en ambos sexos y promover
una mayor comprensión y empatía mutua.
Además,
las diferencias en el lenguaje y la comunicación también influyen en la
expresión emocional, ya que el lenguaje femenino tiende a ser más subjetivo y
vinculado a los sentimientos, mientras que el lenguaje masculino se centra en
temas concretos y el mundo exterior, con diferentes objetivos comunicativos y
sociales.
En
cuanto a la expresión de la sexualidad puede estar sujeta a normas de género y
expectativas sociales que pueden influir en cómo se percibe y se valora a cada
género. Tanto hombres como mujeres experimentan placer sexual y buscan la
satisfacción en sus encuentros íntimos (Palacios, 2015). Ambos sexos tienen la
capacidad de disfrutar de la sexualidad y buscar el placer como parte natural
de sus vidas.
Sin
embargo, existen diferencias significativas en la manera en que hombres y
mujeres experimentan y viven su sexualidad. Se destaca que la sexualidad
femenina es más compleja y rica en matices, lo que aumenta las posibilidades de
placer.
Las
mujeres suelen valorar más los juegos preliminares y la seducción, y viven la
sexualidad de manera más integral, involucrando tanto la mente como el cuerpo.
Por otro lado, en los hombres hay una relación más directa entre el deseo, la
excitación y el orgasmo. Además, las mujeres tienden a dar más importancia a la
comunicación, la seducción y los juegos preliminares en sus experiencias
sexuales, buscando una conexión más profunda a través de la comunicación y la
anticipación del placer.
Mientras
tanto, los hombres suelen estar más centrados en la excitación y el orgasmo,
con una relación más lineal entre deseo y satisfacción sexual. Estas
diferencias resaltan la complejidad y la diversidad de la sexualidad humana,
que va más allá de las normas y expectativas sociales de género (Blades, 2022).
Ambos
sexos buscan establecer relaciones sociales y ocupar un lugar en la sociedad.
Tanto hombres como mujeres tienen la capacidad de desarrollarse en el ámbito
social y alcanzar posiciones de liderazgo y reconocimiento. Sin embargo,
existen diferencias marcadas en la manera en que hombres y mujeres se comunican
y expresan emociones.
El lenguaje femenino se caracteriza por ser
más subjetivo y vinculado a los sentimientos, mientras que el lenguaje
masculino se centra en temas concretos y el mundo exterior. Las mujeres utilizan
el lenguaje para buscar la confirmación del otro y afianzar su intimidad,
mientras que los hombres lo usan para mantener su autonomía y posición social.
Además,
las mujeres tienden a ser más expresivas emocionalmente, recordando mejores
episodios cargados de emociones y siendo más hábiles en la comunicación
emocional, mientras que los hombres pueden expresar sus emociones de manera más
indirecta, a través de acciones.
La
agresión y la expresión de la violencia son aspectos oscuros de la experiencia
humana que afectan tanto a hombres como a mujeres. Si bien puede haber
diferencias en cómo se manifiesta la agresión según el género, ambos géneros
pueden ser víctimas o perpetradores de comportamientos agresivos. Es importante
reconocer que la agresión no es inherente a ningún género, sino que es un
comportamiento aprendido y condicionado por una variedad de factores sociales y
culturales (Sáez, 2020).
Las
diferencias cerebrales entre hombres y mujeres también juegan un papel en la
expresión de la agresividad, ya que los hombres tienen más desarrolladas las
áreas cerebrales destinadas a la agresividad, mientras que las mujeres tienen
más desarrolladas las zonas destinadas a la empatía. Sin embargo, esto no
significa que los hombres sean inherentemente más agresivos, sino que tienen
una mayor predisposición biológica. En cuanto a la expresión de la agresividad,
los hombres tienden a expresarla de manera más directa y física, mientras que
las mujeres suelen hacerlo de forma más indirecta y verbal (Ordoñez, 2021).
La
socialización y los roles de género también influyen en la expresión de la
agresividad, ya que tradicionalmente se ha esperado que los hombres sean más
asertivos y competitivos, mientras que a las mujeres se les ha enseñado a ser
más pacíficas y cooperativas.
Además,
las consecuencias de la agresividad pueden diferir entre hombres y mujeres, con
los hombres que muestran altos niveles de agresividad teniendo más
probabilidades de desarrollar problemas de conducta y entrar en conflictos con
la ley, mientras que en las mujeres la agresividad se asocia más con problemas
internalizantes como la ansiedad y la depresión.
Es
por ello que, en nuestro contexto podemos observar en el ámbito de la pareja,
el nivel de violencia contra la mujer es alarmante en Ecuador. Según datos del
INEC de 2019, el 43% de las mujeres ecuatorianas ha experimentado violencia por
parte de su pareja o expareja a lo largo de su vida. A pesar de que este
porcentaje sugiere que casi la mitad de las ecuatorianas mantienen o han
mantenido relaciones sentimentales violentas, muchas de ellas no pueden salir
de estas relaciones.
En
las parejas con hijos en común, una de las causas por las que las mujeres no
salen del círculo de violencia que viven con sus parejas es porque tienen temor
a que estas no solo las agredan a ellas, sino también a sus hijos. Cuando una
mujer propone terminar una relación o el divorcio, una reacción común de los
agresores es amenazar con causar daño a los hijos. En otras palabras, los
agresores instrumentalizan a los hijos como objeto de violencia para herir a la
mujer y presionarla a no proceder con la ruptura sentimental, temiendo perder
el control y la dominación machista.
Aunque
la violencia vicaria, término que circuló en redes sociales recientemente, no
tiene estadísticas específicas en Ecuador ni una legislación que la aborde, se
refiere a la violencia ejercida sobre los hijos con el fin de herir a la mujer.
La motivación para perpetrar este tipo de violencia no es causar daño a los
hijos, sino herir a la mujer, incluso ignorando el vínculo afectivo que puede
existir entre padres e hijos. La violencia vicaria, aunque menos visible que
otras formas de violencia de género, representa una amenaza real para las
mujeres y sus hijos en Ecuador, requiriendo de acciones integrales para su
erradicación y protección (Salazar, 2024)
En
conclusión, aunque la sociedad a menudo destaque las semejanzas entre hombres y
mujeres, es esencial reconocer las numerosas diferencias que comparten en
algunos aspectos de la vida. Desde influencias sociales hasta relaciones
interpersonales, búsqueda de independencia, vocaciones, dinámicas familiares,
empatía, sexualidad, dominio social y agresión, hombres y mujeres comparten una
amplia gama de experiencias y características comunes que definen su humanidad
Y aunque compartan ciertos aspectos, hombres y mujeres dentro del contexto social y cultural que vivimos ahora, no existe una igualdad en oportunidades ni en experiencias de vida. En el momento en el que podamos acceder a una igualdad total, podríamos avanzar hacia una sociedad más inclusiva y equitativa, donde cada individuo pueda vivir su vida auténticamente, más allá de las limitaciones impuestas por las normas de género.
Bibliografía
Blades. (2022). Diferencias entre
hombres y mujeres. Diferenciador. https://www.diferenciador.com/hombres-y-mujeres/
Díez, A.
(2017). ¿Sentimos igual los hombres y las mujeres? La Mente Es Maravillosa.
https://lamenteesmaravillosa.com/sentimos-igual-los-hombres-y-las-mujeres/
Durán, B. M. (2022). Discurso sobre el
origen de la desigualdad entre los hombres. Biblioteca Virtual Miguel de
Cervantes. https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/discurso-sobre-el-origen-de-la-desigualdad-entre-los-hombres--0/html/ff008a4c-82b1-11df-acc7-002185ce6064_5.html
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| Estudios Sociológicos de El Colegio de México. https://estudiossociologicos.colmex.mx/index.php/es/article/view/2295
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diferencias en las preferencias de hombres y mujeres al elegir una pareja de
acuerdo al rango de edad. Ustavillavicencio. https://www.academia.edu/50910381/Semejanzas_y_diferencias_en_las_preferencias_de_hombres_y_mujeres_al_elegir_una_pareja_de_acuerdo_al_rango_de_edad
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Regader, B. (2023). Las 7 grandes
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Salazar Y. (2024). Una discusión
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González-Ramírez, M. T. (2020). Social influences in a model of body
dissatisfaction, weight worry and bodily discomfort in Mexican women. Acta
Colombiana de Psicología, 23(1), 7-17. doi: http://www.doi.
org/10.14718/ACP.2020.23.1.2
En un mundo donde a menudo se
resaltan las diferencias entre hombres y mujeres, es crucial explorar también
las numerosas similitudes que comparten. Desde tiempos inmemoriales, se ha
debatido sobre las naturalezas intrínsecas y los roles sociales asignados a
cada género. Sin embargo, es esencial reconocer que, más allá de las aparentes
discrepancias, hombres y mujeres comparten una multitud de características y
experiencias comunes que definen su humanidad.
Este ensayo se propone analizar si realmente
existen esas similitudes o si hombres y mujeres son dos mundos diferentes,
explorando cómo las influencias sociales, las relaciones interpersonales, la
búsqueda de independencia, el juicio, las vocaciones, las dinámicas familiares
y la empatía, entre otros aspectos, son experiencias compartidas por ambos géneros,
pero ¿estas mismas experiencias se viven igual? este ensayo se aventura a
desentrañar cómo las semejanzas y diferencias entre hombres y mujeres moldean
sus vidas y relaciones en la sociedad contemporánea.
Las influencias sociales
juegan un papel fundamental en la construcción de la identidad de género tanto
para hombres como para mujeres. Desde una edad temprana, se les enseña a
conformarse a ciertos estereotipos de género que dictan cómo deben comportarse,
qué intereses deben tener y cuál es su papel en la sociedad. Estas expectativas
sociales pueden influir en la forma en que hombres y mujeres interactúan entre
sí y perciben sus propias habilidades y roles en la sociedad (Venegas et al.,
2020).
A
través del proceso de socialización, se adscriben actitudes y roles sociales
diferenciados para hombres y mujeres en función de su sexo biológico. Estos
roles de género asignados culturalmente favorecen la inserción de las personas
como miembros de la sociedad, proporcionando un marco de referencia para
entender su papel en el mundo que les rodea.
Sin
embargo, este sistema también puede tener efectos negativos, ya que puede
generar rechazo y alienación cuando las personas no cumplen con las
expectativas de género establecidas. Los medios de comunicación y la
publicidad, por ejemplo, desempeñan un papel crucial en la promoción de modelos
corporales idealizados y extremadamente delgados, especialmente para las
mujeres (Martínez, 2021). Esta
representación distorsionada del cuerpo femenino no solo genera insatisfacción
corporal y preocupación por el peso, sino que también contribuye al malestar
psicológico al presionar a las mujeres para que se ajusten a estándares
irreales. Además, los mensajes verbales y el modelamiento de conducta por parte
de iguales y familiares refuerzan los roles de género y las expectativas sobre
el cuerpo deseado.
En
este sentido, el contexto social inmediato juega un papel crucial al alentar la
comparación entre pares y el desarrollo de un sentido de logro cuando el cuerpo
femenino se ajusta a los estándares socialmente aceptados. Por otro lado, las
normas sociales que gobiernan el comportamiento aceptado para hombres y mujeres
pueden tener efectos perjudiciales en aquellos que desafían estas normas. Las
personas que violan los roles de género establecidos son más propensas a
experimentar ansiedad, depresión y a ser estereotipadas por los demás, lo que
puede socavar su bienestar psicológico y su integración social (Martin, 2018).
En
cuanto a la búsqueda de independencia es una experiencia universal que
atraviesa las fronteras de género. Tanto hombres como mujeres anhelan autonomía
y libertad para tomar decisiones que afecten sus vidas. Sin embargo, el juicio
social puede afectar de manera desproporcionada a hombres y mujeres en sus
esfuerzos por lograr la independencia (Durán, 2022).
Las
expectativas de género pueden llevar a la crítica y al escrutinio público
cuando alguien desafía las normas tradicionales de género. En el contexto de la
independencia política, se destaca la igualdad de los hombres y mujeres y sus
derechos inalienables, como se expresa en la Declaración de Independencia de
los Estados Unidos, donde se afirma que los hombres y mujeres son creados
iguales y dotados por su Creador de ciertos derechos fundamentales.
Por
otro lado, en el discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres,
se aborda cómo las distinciones políticas generan diferencias civiles y cómo la
desigualdad se extiende entre las almas ambiciosas y viles, que buscan dominar
o ser dominadas según las circunstancias (González, 2010). En un contexto más
filosófico, se discute la independencia y autonomía del individuo, donde se
destaca la libertad e igualdad de todos como punto de partida para una ética
individualista que afirma la autonomía e independencia de cada individuo.
En
adicción, la elección de una carrera y las dinámicas familiares son áreas de la
vida en las que hombres y mujeres comparten similitudes significativas. Ambos
géneros pueden enfrentarse a expectativas culturales y sociales sobre qué tipos
de trabajos son apropiados para ellos, así como a desafíos en la gestión del
equilibrio entre el trabajo y la vida familiar. Además, las relaciones
familiares pueden ser una fuente de apoyo y también de conflicto,
independientemente del género.
En
cuanto a las semejanzas, tanto hombres como mujeres pueden tener aspiraciones
profesionales y vocacionales, buscando realización personal y profesional a
través de sus carreras y actividades laborales. Pero existe una gran desventaja
social al permitir que mujeres sigan algunas carreras profesionales por ser
para “hombres” por ejemplo, en nuestro contexto social, aún existen
estereotipos de carreras como la ingeniería para hombres y la enfermería para
mujeres, dejando muchas personas insatisfechas con su elección de carrera.
En
la dinámica familiar, existen diferencias notables en algunas áreas. Por
ejemplo, según una investigación, se encontraron diferencias en las
preferencias de hombres y mujeres al elegir pareja. Los hombres tienden a
preferir mujeres castas para relaciones a largo plazo, mientras que las mujeres
suelen buscar estabilidad económica en sus parejas, especialmente las de mayor
edad (Ordoñez, 2021).
Además,
existen diferencias biológicas y psicológicas entre hombres y mujeres que
pueden influir en sus roles familiares y vocacionales. Por ejemplo, las mujeres
suelen tener una mayor capacidad de expresión emocional y comunicación,
mientras que los hombres pueden mostrar una actitud más orientada a lo concreto
y objetivo (Regader, 2023).
Es
por ello que, aunque hombres y mujeres comparten la posibilidad de tener
vocaciones y aspiraciones profesionales existen limitaciones en la elección de
algunas carreras profesionales, y también existen diferencias en las
preferencias de pareja y en algunas características biológicas y psicológicas
que pueden influir en la dinámica familiar y en la elección de roles dentro de
la misma.
Por
otro lado, debemos tomar en cuenta sobre la capacidad de empatizar y formar
conexiones emocionales profundas es una característica humana fundamental que
trasciende las diferencias de género. Tanto hombres como mujeres son capaces de
sentir y comprender las emociones de los demás, así como de experimentar una
amplia gama de sentimientos y experiencias emocionales en sus propias vidas. A
pesar de estas similitudes, existen diferencias notables en la manera en que
hombres y mujeres experimentan y expresan emociones (Sáez, 2020).
Por
ejemplo, mientras que los estudios de Gottman y Baron-Cohen han concluido que
hombres y mujeres experimentan emociones de manera similar, difieren en la
forma de expresarlas. Las mujeres suelen ser más intuitivas y capaces de hacer
más cosas a la vez, gracias a las conexiones entre ambos hemisferios
cerebrales, lo que les otorga una mayor empatía y comprensión de las emociones
ajenas. Además, las mujeres tienden a ser más expresivas emocionalmente y
tienen una mayor habilidad en la comunicación emocional, recordando mejores
episodios cargados de emociones (Díez, 2017).
Por
otro lado, los hombres pueden expresar sus emociones de manera más indirecta, a
través de acciones, y su cerebro está estructurado para la comprensión y
construcción de sistemas, lo que no implica una incapacidad para entender
emociones ajenas, sino que requiere más esfuerzo consciente para hacerlo.
Es
crucial destacar la importancia de la educación emocional, especialmente en la
infancia, para desarrollar la inteligencia emocional en ambos sexos y promover
una mayor comprensión y empatía mutua.
Además,
las diferencias en el lenguaje y la comunicación también influyen en la
expresión emocional, ya que el lenguaje femenino tiende a ser más subjetivo y
vinculado a los sentimientos, mientras que el lenguaje masculino se centra en
temas concretos y el mundo exterior, con diferentes objetivos comunicativos y
sociales.
En
cuanto a la expresión de la sexualidad puede estar sujeta a normas de género y
expectativas sociales que pueden influir en cómo se percibe y se valora a cada
género. Tanto hombres como mujeres experimentan placer sexual y buscan la
satisfacción en sus encuentros íntimos (Palacios, 2015). Ambos sexos tienen la
capacidad de disfrutar de la sexualidad y buscar el placer como parte natural
de sus vidas.
Sin
embargo, existen diferencias significativas en la manera en que hombres y
mujeres experimentan y viven su sexualidad. Se destaca que la sexualidad
femenina es más compleja y rica en matices, lo que aumenta las posibilidades de
placer.
Las
mujeres suelen valorar más los juegos preliminares y la seducción, y viven la
sexualidad de manera más integral, involucrando tanto la mente como el cuerpo.
Por otro lado, en los hombres hay una relación más directa entre el deseo, la
excitación y el orgasmo. Además, las mujeres tienden a dar más importancia a la
comunicación, la seducción y los juegos preliminares en sus experiencias
sexuales, buscando una conexión más profunda a través de la comunicación y la
anticipación del placer.
Mientras
tanto, los hombres suelen estar más centrados en la excitación y el orgasmo,
con una relación más lineal entre deseo y satisfacción sexual. Estas
diferencias resaltan la complejidad y la diversidad de la sexualidad humana,
que va más allá de las normas y expectativas sociales de género (Blades, 2022).
Ambos
sexos buscan establecer relaciones sociales y ocupar un lugar en la sociedad.
Tanto hombres como mujeres tienen la capacidad de desarrollarse en el ámbito
social y alcanzar posiciones de liderazgo y reconocimiento. Sin embargo,
existen diferencias marcadas en la manera en que hombres y mujeres se comunican
y expresan emociones.
El lenguaje femenino se caracteriza por ser
más subjetivo y vinculado a los sentimientos, mientras que el lenguaje
masculino se centra en temas concretos y el mundo exterior. Las mujeres utilizan
el lenguaje para buscar la confirmación del otro y afianzar su intimidad,
mientras que los hombres lo usan para mantener su autonomía y posición social.
Además,
las mujeres tienden a ser más expresivas emocionalmente, recordando mejores
episodios cargados de emociones y siendo más hábiles en la comunicación
emocional, mientras que los hombres pueden expresar sus emociones de manera más
indirecta, a través de acciones.
La
agresión y la expresión de la violencia son aspectos oscuros de la experiencia
humana que afectan tanto a hombres como a mujeres. Si bien puede haber
diferencias en cómo se manifiesta la agresión según el género, ambos géneros
pueden ser víctimas o perpetradores de comportamientos agresivos. Es importante
reconocer que la agresión no es inherente a ningún género, sino que es un
comportamiento aprendido y condicionado por una variedad de factores sociales y
culturales (Sáez, 2020).
Las
diferencias cerebrales entre hombres y mujeres también juegan un papel en la
expresión de la agresividad, ya que los hombres tienen más desarrolladas las
áreas cerebrales destinadas a la agresividad, mientras que las mujeres tienen
más desarrolladas las zonas destinadas a la empatía. Sin embargo, esto no
significa que los hombres sean inherentemente más agresivos, sino que tienen
una mayor predisposición biológica. En cuanto a la expresión de la agresividad,
los hombres tienden a expresarla de manera más directa y física, mientras que
las mujeres suelen hacerlo de forma más indirecta y verbal (Ordoñez, 2021).
La
socialización y los roles de género también influyen en la expresión de la
agresividad, ya que tradicionalmente se ha esperado que los hombres sean más
asertivos y competitivos, mientras que a las mujeres se les ha enseñado a ser
más pacíficas y cooperativas.
Además,
las consecuencias de la agresividad pueden diferir entre hombres y mujeres, con
los hombres que muestran altos niveles de agresividad teniendo más
probabilidades de desarrollar problemas de conducta y entrar en conflictos con
la ley, mientras que en las mujeres la agresividad se asocia más con problemas
internalizantes como la ansiedad y la depresión.
Es
por ello que, en nuestro contexto podemos observar en el ámbito de la pareja,
el nivel de violencia contra la mujer es alarmante en Ecuador. Según datos del
INEC de 2019, el 43% de las mujeres ecuatorianas ha experimentado violencia por
parte de su pareja o expareja a lo largo de su vida. A pesar de que este
porcentaje sugiere que casi la mitad de las ecuatorianas mantienen o han
mantenido relaciones sentimentales violentas, muchas de ellas no pueden salir
de estas relaciones.
En
las parejas con hijos en común, una de las causas por las que las mujeres no
salen del círculo de violencia que viven con sus parejas es porque tienen temor
a que estas no solo las agredan a ellas, sino también a sus hijos. Cuando una
mujer propone terminar una relación o el divorcio, una reacción común de los
agresores es amenazar con causar daño a los hijos. En otras palabras, los
agresores instrumentalizan a los hijos como objeto de violencia para herir a la
mujer y presionarla a no proceder con la ruptura sentimental, temiendo perder
el control y la dominación machista.
Aunque
la violencia vicaria, término que circuló en redes sociales recientemente, no
tiene estadísticas específicas en Ecuador ni una legislación que la aborde, se
refiere a la violencia ejercida sobre los hijos con el fin de herir a la mujer.
La motivación para perpetrar este tipo de violencia no es causar daño a los
hijos, sino herir a la mujer, incluso ignorando el vínculo afectivo que puede
existir entre padres e hijos. La violencia vicaria, aunque menos visible que
otras formas de violencia de género, representa una amenaza real para las
mujeres y sus hijos en Ecuador, requiriendo de acciones integrales para su
erradicación y protección (Salazar, 2024)
En
conclusión, aunque la sociedad a menudo destaque las semejanzas entre hombres y
mujeres, es esencial reconocer las numerosas diferencias que comparten en
algunos aspectos de la vida. Desde influencias sociales hasta relaciones
interpersonales, búsqueda de independencia, vocaciones, dinámicas familiares,
empatía, sexualidad, dominio social y agresión, hombres y mujeres comparten una
amplia gama de experiencias y características comunes que definen su humanidad
Y
aunque compartan ciertos aspectos, hombres y mujeres dentro del contexto social
y cultural que vivimos ahora, no existe una igualdad en oportunidades ni en
experiencias de vida. En el momento en el que podamos acceder a una igualdad
total, podríamos avanzar hacia una sociedad más inclusiva y equitativa, donde
cada individuo pueda vivir su vida auténticamente, más allá de las limitaciones
impuestas por las normas de género.
Ana
Paula Carreño Oliveros
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Bibliografía
Blades. (2022). Diferencias entre
hombres y mujeres. Diferenciador. https://www.diferenciador.com/hombres-y-mujeres/
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